La pornografía hegemónica se basa, obviamente, en estos valores de masculinidad hegemónica, objetivación, sexualización, dominación masculina; y el deseo sexual masculino se construye, entre otras cosas, mediante esta pornografía hegemónica. Por lo tanto, es fácil imaginar como los niños jóvenes se acostumbran a emocionar.
El consumo de pornografía tradicional patriarcal y violento alimenta el esquema que genera violencia sexual (Tardón y Pérez, 2016)